LA CALLE NO ES DE TODOS; ES MÍA.
A 10 metros del lugar retozaba una pareja de policías. Ni que decir que el vendedor ambulante, propietario del vehículo (FIJENSE EN EL FORD VERDE DEL FONDO) no fue multado. Quizá los pitufitos (municipales en argot) tenían miedo de las maneras calé. Y quizá prefirieron hacer la vista gorda, por que el resto del cuerpo _y los sentidos_ ya los tienen al límite de extensión.
En definitiva, entre la dejada y cobarde actitud de la policía, aderezada con la absoluta falta de respeto y civismo de gran parte de los vendedores ambulantes, los jueves son propios de anárquicas granjas de cerdos vigiladas por dormidos y perezosos granjeros.
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