UNA DESPEDIDA PARA IBARRA
Ibarra se va. Nos deja para siempre. Una andadura política que toca a su fin. Claro está que espero se quede a vivir en su tierra, la enorme provincia de Badajoz, con tan escasa densidad de población y por momentos (si nadie lo remedia) yerma y pedregosa.
No se equivoquen. No le hecho la culpa a él. Al menos no toda. Bien sabido es que a lo largo de décadas esta tierra ha sido objeto del desprecio medio ambiental más ruin y salvaje que he tenido la desgracia de conocer. Miles de hectáreas de espesos encinares fueron amputadas de las entrañas de Extremadura para beneficio particular de cortijeros cobrasubenciones. La poca industria foránea se permite el gratuito lujo de vomitar en nuestros exiguos ríos y riachuelos. La fauna es acribillada a perdigonazos por señores de traje verde y tan aburridos que convirtieron la muerte en ocio. No me olvido de la “cementera”, que constipada tose a diario ese polvo mortal, asemejando el paisaje a la posguerra nuclear. A pesar de todo, es de tal enormidad Extremadura, que aun perviven biosferas únicas, hermosas y tierras fértiles, capaces de darnos frutos incomparables, aunque puede que no por mucho tiempo.
Como ya he dicho no le hecho toda la culpa a Ibarra. Al fin y al cabo no es más que uno de tantos políticos de izquierdas vendidos al gran capital, sin el valor suficiente para enfrentarse a los poderes fácticos que nos esquilmaron como conquista romana. No es más que uno de tantos que negará la evidencia con tal de retirarse entre laureles, por que Extremadura es así; benévola con sus gobernantes. Y es que en los albores del tan temido cambio climático, el señor Ibarra ha tenido a bien concederle a la familia Gallardo _dueños de la cementera y abanderados del proyecto de la nueva refinería de tierra de barros, vientre del vino_ concederle un permiso extra para la emisión de gases de efecto invernadero. El asunto, peliagudo en cuestión, es requisito indispensable en la ampliación de la, también suya, siderurgia Balboa. Una industria que generará muchos más beneficio de los que ya genera a la familia Gallardo, al tiempo que más basura a los extremeños. Y es que la atmósfera de todos será el regazo de los deshechos.
Badajoz, provincia extremeña situada al sur oeste español, candidata a sufrir los peores efectos de las anomalías climáticas, hoy está un poco más cerca del desastre. Gracias Ibarra. Y por dios, nunca te vallas.
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